Cuando hablamos del cerebro, imaginamos una maraña de neuronas que
intercambian datos con una velocidad vertiginosa, chispas de electricidad que
las atraviesan y que determinan lo que vamos a hacer y cómo comportarnos. Todas
estas chispas podrían seguramente provocar un incendio. Los oligodendrocitos
impiden esto, y mucho más…
Derivados de numerosas palabras de idiomas desaparecidos desde hace mucho
tiempo, los oligodendrocitos son visualmente lo que su nombre implica: oligo =
un poco; dendron = un árbol; citos=células. Su nombre literal significa «célula
con algunas ramas» (o árboles). Son células de apoyo que aseguran el aislamiento
y la estabilidad tridimensional y cuidan de 86 000 000 000 neuronas, y ocupan
una parte de las 85 000 000 000 células no neuronales de cada cerebro
humano.
Al igual que los cables eléctricos, las neuronas intercambian datos por
medio de impulsos eléctricos. Si estos cables cargados se tocaran donde se
supone que no deberían, podrían pasar muchas
cosas negativas, desde la pérdida de información hasta un apagón total.
Afortunadamente, nuestros oligodendrocitos nos respaldan. O, más precisamente,
respaldan a nuestras neuronas. Su cuerpo principal se compone de cierto número
de ramas (o árboles) que se enroscan alrededor de axones neuronales del sistema
nervioso central, un poco como un cable aislante se enrosca alrededor de un cable
de cobre. Esta capa protectora se llama mieloma, y es esencial para ayudar al
flujo de datos a llegar a su destino con seguridad.

Oligodendrocito mielinizando un
axón. Crédito : Andrew C.
La mielina es un compuesto rico en lípidos (grasas) que contribuye a
aumentar la estabilidad y la velocidad de los impulsos eléctricos que
atraviesan los axones. Su color blanco lechoso es la razón por la cual nuestro
cerebro se divide en materia blanca y materia gris. La sustancia blanca es la
región donde se ubican la mayoría de los axones neuronales mielinizados, lo que
proporciona un contraste blanco, mientras que la sustancia gris contiene
principalmente somas (cuerpos) de células neuronales. El papel aislante de la
mielina es esencial para la función motriz normal (movimiento), la función
sensorial (sentir el frío, ver, oír) y la cognición. Se presenta bajo la forma
de vainas de mielina, cada una de ella cubriendo alrededor de 1µm del axón y formando
un aislamiento semi-continuo separada por cortos espacios llamados nodos de
Ranvier. Funcionan como un sistema de escapatoria de los túneles que canalizan
el exceso de datos e infunden estímulos medioambientales en el sistema
axón-mielina.
Si el cerebro crece en tamaño, también crece en contenido
Los oligodendrocitos son las últimas células de nuestro cerebro que se
forman y maduran plenamente. Mientras que la mayoría del resto decélulas soportan su madurez durante su periodo
fetal o poco tiempo después de su nacimiento, los oligodendrocitos esperan a
que el trabajo de base de la estructura en 3D del cerebro esté terminado, luego
empiezan a reforzarla y a aislarla. La mielinización sólo prevalece en algunas
regiones del cerebro al nacer, y se continúa por lo menos hasta el final de la
veintena. Esto tiene numerosas implicaciones sobre el desarrollo mental del
hombre, su capacidad para estudiar, pero también para modificar su comportamiento,
su pensamiento y sus costumbres. Se ha sugerido que la presencia de mielina
está en correlación positiva con el QI en los niños y en las proezas mentales en las personas
ancianas. Su capacidad para propagar impulsos eléctricos (flujo de datos a través
de las neuronas) también es una de las razones por las cuales los recién
nacidos son más lentos para reaccionar y parecen estar rezagados en relación a
los estímulos exteriores. Ya que sus neuronas se vuelven cada vez más
mielinizadas, los recién nacidos empiezan a trepar, a andar y a comprender los
esquemas del lenguaje.
A medida que las neuronas forman nuevas conexiones y que aprendemos más
datos, una parte de esta estructura tridimensional que sostienen los
oligodendrocitos deberá cambiar. Una de las principales influencias que los
oligodendrocitos ejercen fuera de la propagación de
señales es la plasticidad cerebral. Se trata de su capacidad para amoldarse y
modificarse a medida que se presentan nuevos datos, nuevas experiencias
y nuevas conclusiones. En otras palabras, es la capacidad del cerebro humano para crecer de manera continua, no solo en
tamaño, sino también en contenido. Esto significa que el trabajo de los
oligodendrocitos nunca termina, y que son nuestras nuevas experiencias y su
capacidad de reorganización lo que nos hacen
más inteligentes. Entonces, pregúntate: ¿cuándo fue la ultima vez que hiciste
algo por primera vez?
Existe una ligera diferencia entre la mielinización del sistema nervioso
central (cerebro y médula espinal) y la del sistema nervioso periférico. Los
oligodendrocitos son muy útiles para
proporcionar un apoyo tridimensional, pero no son necesarios en un
nervio periférico, donde no hay neuronas adyacentes. En vez de oligodendrocitos,
el sistema nervioso periférico se dota de células de Schwann. Tienen la misma
función que su homólogo, pero el cuerpo celular es aplastado en las vainas de mielina en vez de estar en el
exterior de estas. La segunda gran diferencia es que una célula de Schwann tan
solo puede fabricar una única vaina, lo que significa que hacen falta más para
aislar la misma superficie.

Célula de Schwann mielinizando un
axón en el SNP, con su cuerpo en la zona superior. Crédito :
Roadnottaken
Las consecuencias de la pérdida
de mielina
La pérdida de mielina puede provocar cierta cantidad de enfermedades y
afecciones que aún hoy son incurables. Una de
las más importantes es la esclerosis múltiple, en la cual la mielinización está
perturbada o por un sistema inmunitario demasiado sensible o por la
incapacidad de los oligodendrocitos y de las células de Schwann para excretar
la mielina. Los traumatismos corporales, tales como las lesiones de la
médula espinal, también pueden provocar una desmielinización, así como algunos
virus. En cualquier caso, los síntomas son similares y el tratamiento incluye
la mejora de la calidad de vida y el control de los daños. Como la
desmielinización perturba la transferencia de señales y la comunicación, los
síntomas incluyen problemas físicos (ceguera del ojo, debilidad muscular,
dificultades de sensación y de coordinación),
mentales (pérdida de funciones en el cerebro, olvido, pérdida de memoria); y, a
veces, psiquiátricos (cambios de humor, alucinaciones).
La falta de aislamiento provoca un deterioro de las neuronas, lo que causa
problemas más graves, como la parálisis de algunas partes del cuerpo.
Varios estudios fueron realizados para intentar trasplantar células de
Schwann sanas para inducir una
remielinización en los pacientes afectados por la esclerosis múltiple. Se intentó trasplantarlas también a las lesiones de la
médula espinal, tanto para favorecer el crecimiento de axones como su
remielinización, con un éxito limitado.
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