Nuevas especies, una exploración sin fin

Nuevas especies, una exploración sin fin

Podríamos pensar que las conocemos todas… o casi. Pero no es así para nada. Seguimos descubriendolas y, por supuesto, describiendolas. ¿Cómo? Elementos de respuesta…

 

 

Describir las especies del mundo vivo es una de las partes fundamentales de la investigación biológica, y uno de sus fundamentos históricos. Con alrededor de 2 millones de especies descritas y siglos de trabajo taxonómico cumplido a día de hoy, podríamos creer que una gran parte del mundo vivo ya es conocido. Pero tomando en cuenta la diversidad de bacterias, se estima una diversidad global yendo de algunas decenas de millones a un billón de especies, entre las cuales 8.7 millones de eucariontes (organismos con células complejas como las nuestras). Para las especies fósiles, son más de 250.000 las descritas hoy en día. La descripción científica de especies es un proceso riguroso que se basa en enfoques variados, adaptadas a la diversidad de organismos en nuestro planeta. La taxonomía (ciencia de la clasificación y de la descripción de los organismos) es raramente presentada como una disciplina atractiva a la punta de la biología moderna. Sin embargo, el descubrimiento de nuevas especies capta a menudo el interés del público en general y sirve con regularidad de herramienta de sensibilización para problemáticas como la desaparición de la biodiversidad. ¿Cómo se descubre y cómo se describe una especie? ¿Cómo la diferenciamos de especies próximas? Estas preguntas esconden más complejidad de lo que podríamos pensar. Permiten abarcar la biodiversidad de técnicas de investigación y de toma de conocimiento en los organismos que nos rodea y evocar las problemáticas filosóficas a las cuales se puede chocar una disciplina científica que intenta ubicar una serie continua de organismos vivos en estas casillas bien definidas.

 


Pequeño compendio de descubrimiento

 

La imagen cultural clásica del descubrimiento de especies fue forjada por siglos de expediciones científicas con la observación directa de algo desconocido en el terreno y en la colecta de especímenes para establecer una descripción. Este modo es aún muy presente, sobre todo en zonas geográficas aún poco exploradas o de poca muestras (fondo del océano, bosques tropicales), y para grupos de organismos menos estudiados o más diversificados. Se estima por ejemplo el porcentaje de especies de mamíferos vivos identificados al 80%, mientras que se describen cada año millones de especies de insectos. Un informe recientemente publicado por la WWF detalla el descubrimiento y la descripción de alrededor de 200 nuevas especies de plantas y animales en las regiones alrededor del río Mekong en Asia del Sureste durante una expedición en 2020, entre los cuales 35 reptiles, 17 anfibios, 16 peces y 155 plantas.

 

Pero con el advenimiento de nuevas técnicas de investigación, la acumulación de largas colecciones de especímenes y siempre interesarse en grupos sin embargo bien estudiados como los mamíferos o los pájaros, otros métodos también se emplean en la taxonomía actual. Se puede describir una nueva especie no solo al recolectar especímenes en el terreno, sino también al reexaminar especímenes almacenados en colecciones científicos desde hace decenas o incluso siglos. Hoy en dia, la identificación de especies distintas se puede hacer en criterios morfológicos, o bien genéticas, con la llegada de análisis yendo del genoma completo al “DNA barcoding” (los códigos de barras moleculares”), una técnica que emergió estos últimos 20 años. Consiste en usar secuencias genéticas cortas bien estudiadas (que dependen del grupo de organismos a los cuales nos interesamos) como marcadores diagnósticos para diferenciar especies. El uso de datos moleculares de este tipo revolucionó la taxonomía, en particular para los organismos difíciles de diferenciar con la ayuda de caracteres morfológicos, y al revelar la ubicuidad de especies “crípticas” (escondidas) incluso en el seno de grupos de organismos bien conocidos. En efecto, unas analisis genéticas muestran a menudo que las poblaciones difíciles de diferenciar o no diferenciables al parecer fueron aisladas genéticamente las unas de las otras desde hace a veces millones de años, y que su diferenciación en la base del ADN basta para designarlas como especies separadas (por ejemplo en los murciélagos norteamericanas del género Myotis, o en las mariposas sudamericanas del género Astraptes). La mayoría de las veces, la taxonomía moderna emplea los datos morfológicos y moleculares de concierto (se encuentran fácilmente ejemplos en la literatura, desde los crustáceos Gammarus hasta los monos Trachypithecus).



Nuevas especies en los antiguos tiempos

 

A pesar de su impresionante diversidad, la biosfera actual representa menos del 1% de las especies que han existido en el transcurso de la historia de la Tierra. Entonces, tenemos que orientarnos hacia el registro fósil para conocer el resto de la historia de la vida, aunque tan solo representa una muy, muy escasa muestra - imagina la probabilidad que un cadáver de animal o de planta sepultado en unas condiciones de preservación favorables, bien conservado durante su enterramiento profundo, subido de nuevo a la superficie millones de años más tarde, y encontrado a tiempo. Como para las especies actuales, nuestro conocimiento en paleontología es constantemente alimentado por expediciones de excavaciones, pero se basa también en la investigación continua de numerosos especímenes registrados en colecciones científicas. Por supuesto, los fósiles no ofrecen casi ningún dato molecular, salvo algunos especímenes, teniendo hasta 1 millón de años de edad, en los cuales se puede extraer ADN cada vez más degradado. Así, los paleontólogos tan solo pueden basarse en la morfología, la estratigrafía y la geografía para describir las especies. Sin embargo, la información morfológica es a menudo incompleta. La naturaleza en su gran mayoría fragmentaria, a veces muy fragmentaria, unos fósiles pueden complicar la descripción de especies, la atribución de especímenes a una especie precisa, y la delimitación clara de especies. Incluso ante la presencia de restos más completos, la ausencia de datos moleculares, de datos ecológicos y comportamentales (salvo indicios más indirectos), o de datos morfológicos más allá del esqueleto (en la mayoría de los casos), puede hacer la diferenciación de especies más subjetiva. En una publicación que data de enero, un grupo de investigadores americanos estimó haber identificado tres especies de Tyrannosaurus (imparator y regina, además de rex) entre más de treinta especímenes, una verdadera bomba mediática en el mundo de la paleontología, que está muy lejos de lograr la unanimidad. Otros investigadores no están convencidos que unas diferencias de robustez ósea y de dentición repartidas según la edad geológica de los especímenes bastan en identificar especies distintas.

 





Pero el registro fósil, a pesar de los defectos que le son propios, rebosa de diversidad, con mil millones de especies fósiles descritas cada año, entre las cuales decenas de dinosaurios. Y la paleontología está lejos de quedarse corta de descubrimientos impresionantes, teniendo en cuenta su frecuencia. En particular, este año hemos visto el descubrimiento entre otros de Dearc sgiathanach, más grande pterosaurio jamás encontrado en Gran Bretaña, y el año pasado Stegourous eleganssen, un anquilosaurio del Chile con una cola unica en forma de arme tradicional azteca. ¿Pero qué pasa con el descubrimiento de especies que no vemos a simple vista? Y qué hace un científico una vez que descubre una nueva especie? La respuesta en un próximo artículo…






Referencias :

 

1. Bijlani, Swati, et al. "Methylobacterium ajmalii sp. nov., isolated from the International Space Station." Frontiers in microbiology 12 (2021): 534.


2. "Classification of Omicron (B.1.1.529): SARS-CoV-2 Variant of Concern". World Health Organization. (26 November 2021)


3. Durán-Viseras, Ana, Cristina Sánchez-Porro, and Antonio Ventosa. "Genomic Insights Into New Species of the Genus Halomicroarcula Reveals Potential for New Osmoadaptative Strategies in Halophilic Archaea." Frontiers in microbiology 12 (2021).


4. Gosline, George, et al. "Uvariopsis dicaprio (Annonaceae) a new tree species with notes on its pollination biology, and the Critically Endangered narrowly endemic plant species of the Ebo Forest, Cameroon." PeerJ 9 (2022): e12614.


5. Hennen, Derek A., Jackson C. Means, and Paul E. Marek. "_ A revision of the wilsoni species group in the millipede genus Nannaria Chamberlin, 1918 (Diplopoda, Polydesmida, Xystodesmidae)." (2022).


6. Jagielska, Natalia, et al. "A skeleton from the Middle Jurassic of Scotland illuminates an earlier origin of large pterosaurs." Current Biology 32.6 (2022): 1446-1453.


7. Mebert, K., et al. "A new rainfrog of the genus Pristimantis (Anura, Brachycephaloidea) from central and eastern Panama. ZooKeys 1081: 1–34." (2022).


8. Nayfach, Stephen, et al. "A genomic catalog of Earth’s microbiomes." Nature biotechnology 39.4 (2021): 499-509.


9. Parks, Donovan H., et al. "Recovery of nearly 8,000 metagenome-assembled genomes substantially expands the tree of life." Nature microbiology 2.11 (2017): 1533-1542.


10. Tea, Yi-Kai, et al. "Cirrhilabrus finifenmaa (Teleostei, Labridae), a new species of fairy wrasse from the Maldives, with comments on the taxonomic identity of C. rubrisquamis and C. wakanda." ZooKeys 1088 (2022): 65.

 




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6 m
3 de enero de 2023
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